Tuesday, August 28, 2012

Australia

Siempre he sido un enamorado de los viajes. El movimiento, el cambio, ver pasar tantas vidas diferentes a mi lado, sentir el vértigo al asomarme a la inmensidad del mundo, de nuestro mundo, ha sido siempre una de mis metas, algo por lo que merece la pena esforzarme y luchar. Adoro subirme a un avión con la expectación y el miedo de saberme absolutamente perdido, sin idea alguna de qué veré a mi alrededor en unas horas. Es adrenalina pura. 

¿Qué me empujó a venir a esta perdida isla, tan grande como Europa y tan remota como una botella naufragada? La distancia, supongo. La distancia, tan irreal como constante, puede ser tu mejor aliada o tu más fiel enemiga. A veces, ambas al mismo tiempo. La distancia da perspectiva, independencia, seguridad y oportunidad; pero cada oportunidad que la distancia nos brinda es una oportunidad robada al tiempo nativo, un trade-off que no puedes permitirte el lujo de sopesar, porque sólo tiene una salida. Pero tiene una ventaja, siempre vale la pena. 

Para mí, eso es Australia: distancia, distancia convertida en oportunidad. Un universo aislado pero vivo, con paisajes que te roban el alma y tardes grises que te sumen en la monotonía y el desamparo. Una vida alternativa con duración limitada, fecha de caducidad a 4 de Septiembre. Pero una vida entera, al fin y al cabo, con sus más y sus menos, sus subidas y bajadas, sus encuentros y sus despedidas. Y tal vez cuando, dentro de 7 días, coja ese avión de vuelta a casa, sienta una especie de vacío en el estómago, un nudo en la garganta. Porque regresar a mi vida implica una especie de muerte, un adiós para siempre a este nuevo mundo que he creado en mitad del océano.

Como dije una vez, la primavera no dura para siempre. 

Sunday, April 22, 2012

Machacalones

¿Te acuerdas de aquellos momentos, de las interminables conversaciones de messenger, de aquellas lejanas multis que poco a poco forjaron nuestra identidad más primitiva? ¿Te acuerdas de cuando me enseñaste tu locus amoenus, y cómo luego éste fue profanado por las innecesarias obras? ¿De tardes enteras sumergidos en Literaria, indagando por primera vez en un universo que ahora parece atemporal y perdido? ¿Y de aquella tarde, sentados en las murallas de la Ciudadela, viendo atardecer y hablando en serio por primera vez? ¿Y de aquel dibujo tuyo que nunca has visto? ¿Te acuerdas?

Sería demasiado sencillo decir que me has cambiado la vida. En realidad, lo que hiciste fue enseñarme a verla infinitamente más brillante.

Gracias, machacalona.

Tuesday, April 17, 2012

Sobre la Estupidez Humana (I)

¿Qué tiene el dolor que lo hace tan adictivo?  Y no me refiero al dolor físico, sino a la amarga sensación de pérdida y vacío que produce el despertar y dar de bruces con la realidad.  Buscamos a ciegas un camino que nos de esperanza, porque pensamos "¿qué hay más dulce que la esperanza?".  Tentamos a la suerte sin conocer el terreno, en busca de aventuras que infundan sentido al tiempo, pero sin mapa es fácil perderse, y acabamos chocando contra un muro.  Lo más brutal del choque es la ceguera; andamos tan despreocupados, inocentes e ignorantes, que no esperamos obstáculo de ningún tipo, y cuando éste llega nos hundimos en él como si fuera aire, aire que se vuelve piedra.

Pero esta desgraciada experiencia no termina ahí.  La obsesión por la esperanza nos confunde, nos hace pensar que ese muro que tanto daño nos ha causado es también un punto fijo al que aferrarse, y no un obstáculo que sortear.  Es dañino, pero es real, y su realidad llena nuestra mente de sentido.  ¿Qué hacemos, entonces?  Retroceder un paso o dos y volver a intentarlo.  Chocamos de nuevo contra el muro -una vez, dos veces, tres veces- y con cada golpe, que llega más profundo que el anterior, sentimos esa chispa de realidad colarse en nuestras vidas -como un soplo de aire fresco en el aire viciado de un salón antiguo- y disfrutamos de los segundos de intensidad que nos proporciona.

Disfrutamos de nuestra desdicha, porque la desdicha nos hace sentir trágicamente vivos.  El drama nos saca de una existencia fútil y nos coloca encima de un escenario imaginado -sin normas, sin leyes- permitiéndonos sentir todas aquellas emociones que nos están vetadas en el día a día.  Y volvemos hacia el muro, con la firme decisión de chocarnos, aunque sabemos que va a doler, porque sentirnos dolidos equivale a sentirnos protagonistas de una minúscula escena -de la que sólo nosotros seremos conscientes, pero eso no nos importa-.

Volvemos a caer en el eterno juego de ilusiones que nos hace sentir vivos.

Wednesday, April 11, 2012

Sobre la Capacidad de Concentración

Ya han pasado las 12 de la noche.  Hoy ha sido un día sin sentido, agotador e improductivo, pero al menos servirá de modelo para evitar que se repitan días así durante un tiempo.  La canción, imposible de grabar, porque con ver una cámara me acobardo y no me sale la voz; histología, imposible de aprender, porque ahí está twitter recordándome lo mal que va el mundo.  Que esa es otra, por cierto.

Tengo tantas ideas para escribir que no puedo centrarme en ninguna, y como siempre pasa en estos casos, no escribo nada.  Quién fuera Proust, con esa increíble capacidad de concentración al más mínimo detalle, confiriendo realidad propia de un universo entero a un tallo de flor disecada a punto de ser sumergido en agua hervida para formar té.  Tal vez al mundo le falta capacidad de concentración.  Sí, exactamente, eso es lo que le falta.  Vale, desarrollaré esta idea, veamos a ver qué sale.

No hace falta más que obervar twitter.  Las noticias vuelan a una velocidad pasmosa, paradigma de la era de la Información; se suceden unas a otras sin orden ni concierto, desubicadas, inconexas, bombardeando nuestras retinas con mil ideas, todas ellas enunciadas en el mismo tono de urgencia e importancia.  ¿Qué ocurre?  Simplemente, que no nos da tiempo a pensar.  Vivimos tan pendientes de un fugaz presente que, de tan acelerado, nos impide concentrarnos en el pasado inmediato - ese margen de tiempo dedicado a la reflexión sobre lo acontecido - sustituyendo en nuestra mente unas noticias por otras, y condenando tantos necesarios juicios de valores al olvido más espontáneo.  Vivimos en el mundo de las exclusivas, donde no importa la magnitud de la noticia, sino su cercanía temporal; una noticia es importante en cuanto que es reciente, ya se trate de un atentado o de los resultados de un partido de fútbol.  Lo que importa es mantenerse informado, enterarse de lo que pasa día a día, minuto a minuto, porque creemos que si nos informamos de todo, podremos entenderlo todo.

Como de costumbre, nos equivocamos.  Es imposible entender la relevancia de una noticia si no se la aisla y analiza críticamente, lo cual requiere abstraerse de todo ese flujo de información que asfixia nuestros cerebros y concentrar nuestras capacidades intelectivas y nuestros principios morales solamente en ella.  Suena fácil, no lo es tanto.  Porque claro, ¿cómo podemos discernir las noticias que merecen esta inversión de tiempo de aquellas que sólo sirven de relleno?  Podríamos depositar nuestra confianza en publicaciones fiables, pero volvemos a incurrir en lo mismo: ¿qué es fiable y qué es engañoso?  Al final, todo es un lío enorme y pegajoso en el que, de meternos a investigar, acabaríamos tan asqueados por la falta de moral informativa y la manipulación de los medios que seguramente renegaríamos de la vida en sociedad (esto es una exageración, obviamente).  Mi alternativa personal -que acabo de desarollar en este mismo momento, mientras escribía la frase anterior- es decidir primero qué temas valen la pena (cultura, economía, sanidad, derechos sociales...por ejemplo) y, una vez hecho esto, contrastar diversas fuentes.  Esto es importante, nunca debemos fiarnos solamente de un interlocutor -ni siquiera deberíais fiaros de mí, a saber qué oscuros intereses tengo al contaros todo esto, nah, es broma, podéis fiaros- porque un informador siempre está sujeto a sus valores personales -o a los que su empresa le marque- y por ello es prácticamente imposible que su información sea imparcial.

Puede parecer que todo este rollo sobre la falta de concentración es una grandísima tontería, que sí, que igual tengo razón, pero que no sirve para nada.  ¡Já!  Pensemos un segundo.  Si en vez de vivir en mundotwitter -entendiéndose por esto el modelo actual en que la gente se fija únicamente en las noticias de última hora para olvidarlas al segundo que aparece una "nueva" última hora- decidiésemos juzgar críticamente aquellas que, según nuestra escala de valores -y en reflexiones previas- se encuentran dentro de los temas que hemos considerado importantes, estoy convencido de que conseguiríamos superar el borreguismo tan típico de nuestro país, que nos condena al "voto fácil" (PP/PSOE) y éste, inevitablemente, al bipartidismo más infértil.  Y eso es sólo un ejemplo.  Pongamos, por ejemplo, que el tema en cuestión es la Sanidad Pública.  Si decisiésemos que ésta forma parte de los temas importantes para nosotros, y observamos -y entendemos críticamente- las noticias al respecto, no nos quedará otra que salir en defensa de las injusticias y los desastres que se están cometiendo, ya que seremos plenamente conscientes de la magnitud y la relevancia de los hechos que, invariablemente, suceden en la realidad.  ¡Podríamos superar al fin el sedentarismo moral y luchar por el mundo tal y como nos gustaría que fuera!

Empiezo a desvariar, ya es tarde.  No tengáis en cuenta este párrafo, leed lo anterior, criticadlo, pensad sobre ello, y llegad a conclusiones propias.  No tengáis miedo de ser libres.

Thursday, February 9, 2012

Días grises

Ahora mismo debería estar estudiando. Eso dicen mi conciencia y mi razón, no cabe duda, pero, ¿puedo siquiera plantearme volver a todas esas frases y líneas vacías? La marea de tecnicismos me sumerge en la deshumanización más absoluta. Y, sin embargo, cada letra de cada esterilizada palabra que leo se refiere a algo humano; a nuestra esencia, al patrón según el cual estamos hechos.
Paradógico destino el de los acrónimos en biología; su tendencia etimológica natural los guía en una dirección diametralmente opuesta a la de su contenido.

Ya ha pasado la hora; me recluyo de nuevo.

Tuesday, January 31, 2012

Un marino en la cocina

Me sentía condenado.  Como uno de esos vasos que colocas sobre la cazuela llena de agua en la fregadera, flotando y balanceándome para no sumergirme.  Con cada balanceo el vaso intenta ganar estabilidad, contrarrestar las fuerzas y evitar, a toda costa, el naufragio.  Pero cada balanceo acerca su borde al agua, un poquito demasiado, sólo un poco, suficiente para que el agua penetre durante medio segundo directa al fondo de cristal.  Con el primer balanceo, unas gotas, que tiran hacia el plateado suelo; con el segundo, un poco más del mortal veneno incoloro, que empuja la nave hacia el abismo.  Un último balanceo y el vaso colapsa, rápido y en silencio se hunde como una pesada luna en el horizonte.

Y yo observaba la fatídica inmersión, apoyado en la encimera, incapaz de impedir el predecible desenlace.  Los restos de la tragedia yacían ante mis ojos, anegados, difuminados sus contornos fantasmales.  La cocina, sumida en el más solemne de los silencios.  No se oían ni las olas.

Monday, January 23, 2012

Moonriver

Tal vez estoy desperdiciando esta preciosa canción como título de una entrada tan falta de contenido como de proyecto. Sólo quiero dejar constancia de este momento, escuchando, pensando y dejándome llevar en sueños. Recordando esos momentos en los que el cielo de Pamplona se llenaba de estrellas, por un momento... a dónde quiera que vayas, iré contigo. ¡Hay tanto mundo por ver! Y ahora pasamos a Edith Piaf con "La vie en rose". Debo de haber apretado el botón de autodestrucción. El semáforo está en rojo. ¿Puedo esperar?

Vaya tontería. Quedó claro hace tiempo que la primavera no dura para siempre, y ahora, escuchando "Je l'aime a mourir", de un inigualable Frances Cabrel, me imagino todos los posibles finales de la historia. ¿Sirve de algo? Por supuesto que no, la historia terminó con la última página del libro, y no tiene sentido alargar un prólogo invisible. Demasiadas líneas sin sentido, escondidas en la noche y en el tiempo, para nunca ser encontradas. Pero nunca quise eso, claro que no, aunque tampoco sabría decir qué quise exactamente. La vida es una ruleta en la que jugamos todos. Tengo que irme. Adiós. Adiós.